Dejaré de sentir lo que siento. Dejaré de pensar lo que pienso. Dejaré de escribir lo que escribo. Me colgaré de nuevo del mundo, hipócrita, vanalista, inconsistente. Me construiré sobre cimientos simulados. Participaré del colectivo. Si esa es la forma de ser "feliz", dejaré la libertad.
Pero si vuelvo a encontrarme sentado, debajo de mesas servidas, con hambre y con sed; no volveré a "salvarme". Entonces, dejaré a mis manos asirse de la eternidad.
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